Sinopsis: Dos mujeres, dos amantes que con el paso del tiempo terminan siempre por re-encontrarse. Y no precisamente para únicamente amarse. [Fem!Starker MCU, basado en el anime de Kannazuki no Miko]
Corto + Moodboard
Desenvainó la espada con cierta
maestría, mientras se perdía en la mirada altanera de su compañera, de su
eterna rival. Ambas caminaron lentamente en círculos, como si interpretaran una
silenciosa danza en donde la vida de ambas fácilmente podía extinguirse, tal
cual parpadeo se tratase.
No recordaba
cuanto tiempo han estado así, entre batallas y con poco tiempo de recuperación
para las mismas; sin emitir ninguna palabra, porque estaban muy lejos de
necesitarlas, ya que siempre han tenido la facilidad de expresarse hasta con el
más mínimo gesto.
Los
labios de una joven, ya adulta, con cabello largo, de color castaño miel y
resplandeciente como el Sol, temblaron a la espera de su próximo movimiento.
Perlitas de sudor invadían su frente y sus mejillas estaban sonrosadas,
producto de las recientes actividades. Estando con ella no podía perder la
guardia, equivocarse definitivamente no estaba en sus planes y no era una
opción. Un error equivalía al fin de su existencia y no quería perderla; no
quería perderse ni olvidar sus memorias de nuevo.
¿Acaso
esta agonía, oh dulce agonía, no podía acabar? ¿Hasta cuándo seguirían peleando
la una con la otra, una batalla que ya le parecía perder sentido y demostrarse
cada vez todo lo opuesto que sentían? ¿Será que los Dioses manifestaban algún
placer oculto por verlas en acción? ¿Les excitaba, acaso, los momentos de
tortura y depravación carnal en las que ambas se veían sometidas, todo
con tal de no perder?
Vio como la mayor, jadeaba, su
largo cabello oscuro le tapaba gran parte de su rostro, y aun así podía esbozar
una sonrisa de triunfo: — ¿Qué pasa, Pierina? ¿Te quedaste sin aire, ya no
puedes continuar? —Vio como avanzaba a su derecha, con su larga espalda sujeta
a ambas manos, sus pies descalzos no despegándose del suelo, y aún así logrando
desplazarse.
Esquivó
por poco, un certero golpe que sin duda le hubiese cortado gran parte de su ojo
izquierdo. Y sin embargo, sólo logró cortarle algunos mechones de su rubio
cabello.
Lágrimas
brotaban en los anteriormente cristalinos ojos de la Sacerdotisa del Sol,
ciertamente esto no era lo que buscaba. Esta guerra sin sentido que debió morir
hace milenios debió quedar como parte de lo que fue y de lo que en realidad es,
quedarse sólo en el pasado. Pierina no podía comprender como es que ambas
tenían que pelear para "restaurar la paz en la tierra", como
sutilmente algunas personas lo llamaban. Para poder romper con la maldición que
les ataba, una de las dos tenía que matar a la otra, mas Pierina ya no podía
soportar herirla nuevamente. No de esta vil y sucia manera, porque muy en el
fondo sabe que Antonella no se lo merece, aun cuando ésta sea devorada por su
misma luz y oscuridad que su emblema, la Luna, le caracterizaba.
¿Acaso nadie
notaba que la amaba? Amaba a su mentora, y odiaba ser ella misma la que
no podía expresarlo con palabras, sabiendo cómo su compañera le demostraba en
sus diferentes maneras, su amor por ella. Sin saberlo, se había odiado en
silencio por tanto tiempo, por creerse la que no era merecedora de la
Sacerdotisa de la Luna, por creerse tan poca cosa aun sabiendo que la misma Luna
había elegido orbitar en torno a ella, junto a ella, acompañándose en sus
diversos momentos de luz y oscuridad.
Se
despoja con brusquedad de sus sandalias, porque en cierta manera le limitan sus
movimientos, y la mirada y sonrisa desquiciada de Antonella no tiene punto de
comparación.
—Prometí,
te prometí darlo todo en esta batalla. Ahora, ¡mírame! —Le gritó,
renovada con cierto vigor en su interior, tal vez fruto del éxtasis y
adrenalina que desde hace mucho que esta batalla comenzara albergaba. Antonella,
en su etapa inicial, se asombró por sus palabras pero se recompuso enseguida.
El sonido chirriante de ambas espadas, cruzadas una con la otra, marcó el
inicio de otro intento. Por un momento, ambas se quedaron así, manteniendo sus
miradas sin intentar apartarlas siquiera; una silenciosa pugna que sus labios,
sus solitarios labios, se desvelaban en revivir.
Antonella Stanner logra esbozar una sonrisa y se prepara para hacer el próximo movimiento. Pierina Park no se atreve a quitarle la mirada de encima, dispuesta a no dejarse vencer. Tenían que romper con este ciclo de una vez por todas, quería creerlo firmemente en su corazón.
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*Moodboard:
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