El sonido de la televisión estaba a un volumen tan aceptable que no le molestaba, a esta hora de la tarde el Complejo de los Vengadores se sentía tan apacible y calmado que así daba gusto poner manos a la masa. Y literalmente, puesto que en efecto, sus pequeñas y firmes manos estaban todas llenas de mantequilla derretida y harina.
Peter alzó la mirada hacia el programa de cocina por un momento, estaban pasando una receta para hacer un brownie de manzana, y se veía completamente delicioso. ¿A Tony le gustaría? Probablemente. Sabía que no era la fruta favorita de su novio, pero igual se la comía sin muchos miramientos, era muy raro cuando Tony despreciaba una comida.
Luego de amasar bien la masa, le lanzó una última mirada antes de dejarla reposar. Se lavó las manos, enjuagándolas con bastante jabón, una manera efectiva de eliminar por completo los residuos de grasa que quedaban apiladas en sus uñas. Se las secó con el delantal blanco que tenía puesto, y soltó un suspiro de satisfacción. No todos los días podía disponer de la cocina a su gusto, y menos si esa cocina se encontraba en el Complejo de los Vengadores.
Entre su trabajo como periodista, su nueva carrera en la universidad, salvar al mundo de los malos y ser el novio de Tony Stark y vivir para contarlo, era de esperar que Peter tuviera un ritmo de vida bastante acelerado al de una persona normal. Mas cuando él mismo ni siquiera era normal, le había picado una araña radioactiva hace años, cambiando por completo su vida y transformándola en una que, para no alargar mucho, resultaba impresionante.
Considerando todo lo anterior, era comprensible que Peter buscara hobbies y tonterías que le ayudaran a despejar la mente. Ya había intentado con el golf, con la guitarra, las clases de cha cha chá no resultaron tan mal, aunque sí que pasó pena bailando… en fin, la verdad fue que no supo en qué estaba pensando al momento de retar a su novio a la pista de baile, y aunque Tony sí se había burlado de él (no esperaba menos, conociendo de memoria su sentido del humor), éste le había recompensado con varios besos y dulces palabras que lograron disminuir su molestia y humillación a unos niveles considerables. Estaba comprobado, no todas las personas tenían la habilidad de moverse con soltura al momento de bailar, él mismo era la prueba viviente de ello. Incluso más de una vez temió que por esto, Tony le dejara por cualquier chico ¿o chica? que moviera mejor sus caderas, aunque dicha preocupación no le duró mucho ya que Tony sabía leerle también, le tomó de su barbilla y le dijo:
"¿Crees que me enfrenté a tu tía y a todos los del equipo sólo porque quise tu trasero? No me malinterpretes, claro que lo quiero, sigo queriéndolo, pero lo que quiero que entiendas es que para mí, tú eres más que una cara bonita, o más que un trasero firme y hermoso. Está bien con que no sepas bailar, ¿y qué? ¿Crees que por eso te querré menos? Ven aquí, cambia esa cara. Bailaré por los dos, lo haré si así lo quieres. Sólo tienes que abrazarme y agarrarte a mí. Peter, tú eres mi mayor tesoro."
Sólo así, con esas determinadas palabras y aquella mirada fiera de su hombre, fue que pudo estar más en calma consigo mismo. Y con rapidez, eliminó de su lista las clases de baile. Las aplazaría para dentro de su próxima vida, tal vez.
Y siguió intentando con otra cosa, con otro hobbie, algo que hacer en su tiempo libre, además de sus tareas. Y sí, aunque dentro de su relación se estaba descubriendo sexualmente y el placer que sentía junto a Tony era lo más parecido que podía comparar a una droga, embriagante y que siempre le dejara con ganas de querer más y continuar, lamentablemente no podían prolongar sus actividades más de la cuenta. Parecían estar malditos de alguna manera, casi siempre alguien les interrumpían o les cortaban el momento. Ah maldita sea, le daba rabia de solo recordarlo.
Al final, no supo cómo fue que terminó en la cocina, en primer lugar. No recordaba el momento exacto en el que se interesó específicamente en los postres, y se animó a comprar sus propios ingredientes y bowls con entusiasmo. Cuando Loki le vio, en su primer intento de cocinar una tarta de manzana, le detuvo antes de que hiciera una locura con la receta y prácticamente terminó cocinándola. Peter iba a protestar, le agradaba Loki pero a veces éste se pasaba, y sin embargo, al observar cómo lo hacía, el chico araña pronto se vio distraído por las hábiles manos blanquecinas que parecían moverse por los ingredientes con familiaridad. Sin necesidad de anotar nada, estaba presenciando y grabando en su memoria todo lo que el Asgardiano estaba haciendo.
Una vez preparada la tarta, y recién salida del horno, desprendía un olor divino y su apariencia parecía sacada de un comercial de televisión. Sin perder ningún detalle, Peter inquirió, sin ocultar la sorpresa en su voz:
"¿C-cómo… cuando aprendiste a hacerla?"
Una vez dejada en la encimera, Loki se quitó los guantes y sin apartar la mirada de la tarta, simplemente respondió:
"Es la favorita de Thor."
Y lo dijo con una extraña apariencia de vulnerabilidad y cierta melancolía en su sonrisa, que terminó inspirándole. Había aprendido con Loki mucho más de lo que hubiese aprendido con un simple tutorial en youtube. No faltó mucho para que Peter llegara a la conclusión de que cocinar también implicaba agregar algo más allá que simples ingredientes, emocionalmente también se tiene que estar involucrado. Un detalle especial, algo inolvidable, poder ser capaz de recrear el postre favorito de la persona más importante en el mundo…
…Tony.
Y con cierta determinación en su mirada, el entrenamiento de Peter por cocinar los mejores cupcakes y tortas de fresa no hizo más que empezar. La primera vez que lo hizo, comenzó con algo pequeño, un pastelito de chocolate decorado. Esperó pacientemente a que Tony llegara del trabajo, le recibió en la entrada, ayudándole a quitarle su saco y para cuando estuvo más dispuesto y relajado, con el rostro lleno de rubor y diciéndole unas palabras atropelladas que de las que Tony no entendió casi nada, con mucha vergüenza le extendió su nueva creación culinaria.
La mirada que le dedicó luego de esto, fue inolvidable. Tony recibió su primer cupcake como si fuera el diamante más valioso que alguna vez pudo haber encontrado.
—Vamos Tony, no exageres, tampoco es para que lo mires así. —Soltó el chico luego de un momento, viéndose expuesto en cierta manera. El hombre de hierro sólo pudo alzar su dedo índice en respuesta.
— ¿Lo compraste?
Ante esto, Peter se vio insultado.
—No.
— ¿Lo hiciste tú, verdad? —Inquirió, con una expresión conocedora, de esas en las que ya sabía la verdad pero de igual manera quería escucharla en voz alta.
Peter asintió.
Y Tony, con mucho cuidado de no estropear su regalo, se hizo paso directo a sus labios, sosteniendo con una mano la cintura de Peet. Ante el contacto, ambos cerraron sus ojos y el chico sintió como la barba de Tony le raspaba su barbilla. Simplemente era electrizante, la manera en como aquél gesto parecía querer despertar sus más primitivos deseos y los vellos de los brazos se erizaron en respuesta.
Cuando ambos se separaron, sus pupilas estaban dilatadas y sus respiraciones bastante aceleradas. Ambos sonrieron entre ellos y Peter agachó un poco la mirada, Tony le besó la punta de la nariz antes de separarse, dirigiendo su mirada hacia su pastelito.
—Lo miro así porque lo hiciste tú, Peter.
Y de esa manera, la dedicación que Peter tenía hacia la cocina se incrementaba cada día que pasaba. Cada vez que hacía algún pastelito, o pastel, desde el más sencillo hasta lo más elaborado, decorado con algún detalle pequeño o directamente preparando un pastel entero relleno de chocolate con fresas, Peter Parker trataba de poner al menos una parte de su alma dentro de lo que hacía. Quería consentir a su hombre de esa manera, otorgándole algo especial que le hiciera sentir querido, y si aquello también le producía felicidad, Peter estaba más que encantado. Quería consentirse también a sí mismo, sabiendo que no todo estaba perdido para él, y que cada vez que intentara hacer una nueva cosa y fallara, tuviera recuerdos valiosos que le ayudarían a reforzar cuán importante es para su ser amado, y que cada vez que fallara, recordara también que esa podía ser una oportunidad para poder aprender una nueva habilidad, o incluso un nuevo pasatiempo que le ayudara incluso a crecer un poco más como persona.
Y con esos pensamientos en mente, Peter siguió preparando la masa para hacer galletas. Se había tomado su tiempo ya que estaba esperando por su nuevo aprendiz, pero parece que no llegará a tiempo.
No obstante, unos pasos le alertaron y su instinto arácnido se calmó luego de unos pocos segundos.
—Lamento llegar tan tarde, no sabes cuánto me costó deshacerme de Steve. —Bramó Bucky, poniéndose el otro delantal que había y enseguida pasó a lavarse las manos.
Peter esbozó una sonrisa que para nada era discreta al ver como el cuello del Soldado estaba lleno de marcas.
—Sí, me imagino lo mucho que te costó…
Bucky le lanzó una mirada de muerte y luego de un tiempo, se unió a las risas del chico, sus hombros relajándose.
— ¿Qué quieres que te enseñe por fin? ¿Qué vas a hacerle? —Inquirió Peter, luego de colocarle sirop de frambuesa a sus galletas crudas, quería que se derritiera al momento de cocinarlas al horno.
Bucky miró por un momento al techo, pensativo. Luego se sonrojó, ¿tal vez recordando alguna situación vergonzosa cierto? Oh, Peter ahora se moría por saber.
— ¿Qué tal un Banana Split?
—Viejo, ¿es en serio?
— ¿Qué? ¿Qué tiene de malo?
Peter roló ojos y susurró algo parecido a tener paciencia cuando se trataba de lidiar casos así. James sacó un poco el pecho orgulloso, normalmente era Steven quien le cocinaba, pero esta vez quería devolverle el gesto con un detalle.
—Y me dijiste que querías abrir una pastelería… disculpa Buck, pero no te veo desempeñando ningún papel allá.
—Oh, seré el tipo rudo, el guardaespaldas. —Adoptó una pose toda seria de macho, aunque el delantal rosa le quitaba una gran parte del efecto.
El joven Parker le señaló justamente eso y después de un momento, cuando por fin tuvo sus galletas metidas al horno, atendió mejor a su invitado.
—Veamos… ¿cuál es la fruta favorita del Capi? —Como equipo, Peter ya tenía la suficiente confianza para llamar a todos los Vengadores por su primer nombre, aunque había costumbres y tradiciones que eran difíciles de borrar. Como llamar al Capitán América por su nombre, Peter le admiraba mucho como para hacer eso.
Bucky se quedó pensativo por un momento. —Maldita sea, no sé.
Peter se sobresaltó. — ¿Cómo que no sabes?
El Soldado de Invierno se llevó las manos a la cabeza, jalando un poco de su cabello. — ¿Banana? No estoy seguro, no confío en mi memoria para esas cosas.
—Pobre Capitán América… de seguro lo debe pasar tan mal teniéndote de pareja… —Dijo en un tono tan lamentable. Porque se supone que al ser novios, como mínimo uno debía saberse al dedillo los gustos de su pareja, ¿no?
Bucky, con su silencio, le concedió el beneficio de la duda, aunque terminó encogiéndose de hombros para luego agregar, misterioso:
—Quizá… pero al menos no bajo las sábanas.
Luego de eso, las risas no faltaron.
— ¿Qué tal si le agregamos manzanas? —Sugirió Peter luego de un momento. —Vamos, ¿a quién no le gustan las manzanas?
—Aunque Steve no le guste mucho el alcohol, hasta pudiéramos hacer un cóctel… —Bucky sugirió, imaginándose el sabor y aceptando de buena gana su propia idea.
Peter sacudió la mano, como descartándola.
—Seguro, si quieres que Tony lo confunda con agua. Pero déjame ver que podemos hacer…
Mientras Peter evaluaba repasaba las recetas conocidas en su cabeza, Bucky comenzó a pelar las frutas con tranquilidad. Esperaba poder aprender de su mejor amigo todo lo posible, quería impresionar a Steve y luego, tal vez le recordaría a Stark lo afortunado que era al tener un novio tan genial como Peter Parker.
Tal vez, la idea del inaugurar una pastelería no resultaba tan descabellada, después de todo.
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