Sinopsis: Se encontraba completamente perdido en esta nueva realidad. Un alma desolada con una creciente necesidad en búsqueda de alguien en quién pudiera confiar, en quién pudiera entregarse al vacío incluso estando con sus ojos cerrados. Por desgracia o fortuna, ése alguien estaba más cerca de lo que en realidad aparentaba. [Vampire!AU, Young!Tony, Slash]
Disclaimer: Spider-Man:Homecoming, Iron Man y The Avengers no son de mi propiedad. Los derechos van derechito para Stan Lee, gracias. Yo sólo me divierto imaginando cosas gays y hermosas de mis ships.
Notas de Autora: ¡Hola! Espero estén bien. Aquí les comparto el primer capítulo, les comento: Sé que lo dije antes pero nunca está demás volver a aclarar, sta historia será un AU en distintas maneras, aunque en lo personal, no creo llevar el OoC al extremo, al menos no sin justificarlo primero.
Por poner un ejemplo, aquí Tony tiene 19 años. Por ende, sólo le llevará tres años de diferencia a Peter (mis disculpas a los que esperaban un underage semi- AU, eso lo dejaré para otra historia xDD) ya que precisamente quería escribir de un Young!Tony y pues con la historia que he ido formando, el Underage lo veía innecesariamente forzado, por decirlo de una manera.
Como nota importante, la historia transcurre cronológicamente a mediados del 1997. Oh, sí.
Cap. 1 Fuga
"¿Todo bien?"
"Ya es de noche. Me hubiese gustado saber que no nos veríamos hoy, Parker. No estoy molesto. Bueno, sí. Pero creo que podríamos hablarlo. Anda, contesta el teléfono."
"¿No me piensas ni llamar? ¡Arrepiéntete!"
"Parker…"
Su pulgar se detuvo a medio camino del texto que pensar enviar a un número del cual ya tenía sus sospechas. Desvió la mirada, molesto de la pantalla, echándole una mirada al paisaje que tenía en frente, que no era muy alentador que se dijera estando rodeado de menores de edad, a meses de graduarse finalmente del colegio, mientras debatía sus próximas acciones, recostando su espalda en su Camaro rojo de última generación. No hacía poco le habían aprobado su licencia de conducir, y ahora con mucho orgullo podía sacar a pasear las bellezas que con el tiempo ha ido recolectando a través de sus años, regalos de cumpleaños incluidos.
Con cierto aire de indiferencia, se ajustó las solapas de su chamarra, obsequio recién que le habían otorgado al unirse de manera oficial al equipo local de futbol en su universidad. La chamarra era llamativa, cómoda y agradable a la vista, dividida con los colores azul y amarillo, logrando un balance amigable. En su espalda, podía notarse el nombre del equipo, junto con el número siete que le representaba en el campo, y la mascota oficial del equipo: un intimidante cuervo negro de misteriosa y profunda mirada.
Resultaba curioso que terminara formando parte de algún club de deportes, puesto que no era ningún secreto que el reducido círculo interno de Anthony Edward Stark se sorprendieron al enterarse que él mismo (luego de tantas alabanzas e insistencias de parte de sus compañeros de Rugby), había aceptado finalmente su lugar en el equipo. Un puesto que según algunos, merecía tener por derecho al ser el primogénito y único heredero de uno de los hombres más adinerados y poderosos de todo el estado. Y cuidado si esta semana lograra finalmente en encabezarse como el primero de esa codiciada lista.
Era claro que para Anthony (que por insistencia, prefería que se dirigieran a él con el apodo de "Tony"), por ser hijo de quién es, y de haber nacido rico desde la cuna, estaba acostumbrado de manera natural a poseer y recibir lo mejor de lo mejor. A destacar siempre de una manera, independientemente de las circunstancias. Debido a ello, supuestos amigos y rivales, (sobre todo rivales), le rodeaban desde distintos ámbitos. Tony jamás lo diría en voz alta, pero reconocía que había tomado malas decisiones escogiendo a la gente que quería mantener de su lado. No todos en el mundo tenían buenas intenciones, y eso era algo que seguiría aprendiendo a como dé lugar.
Divisó a lo lejos como una figura en particular salía a tropezones del instituto. ¿Apurado, quizás? La vista de Tony le siguió como si de un halcón que perseguía a su presa se tratara, y una vez el chico estuvo afuera de la institución, esperó lo suficiente para que caminara inocentemente en su dirección, y fue ahí en donde Tony se interpuso, deteniendo su paso, imponiendo en cierta manera su presencia ante él.
El joven, moreno, de contextura rellena y pantalones anchos, se detuvo al instante. Colocó sus manos en alto y producto de la sorpresa, soltó un grito ahogado.
—Por las pelotas de… —Comenzó a decir, una vez recuperó el habla.
— ¿Dónde está? —Cortó Tony, quitándose sus lentes de sol para lograr el efecto deseado. Al observar como el chico ponía su mejor expresión confundida, agregó: —Tu amigo, Leeds. ¿Dónde está Parker? —Gruñó, con su ansiedad aumentando a pasos agigantados.
Se habían conocido en una fiesta, un joven Peter derramando sin querer ponche en su ropa. Por suerte, Tony no había llevado ningún traje puesto, aunque por eso no disminuía las ganas de reclamarle y de humillar al culpable por el incidente. No obstante, todo eso se vino abajo apenas se topó con los ojos caoba más brillantes y expresivos que jamás hubiera encontrado.
Fue a partir de allí que comenzaron a hablarse, verse con frecuencia, incluso intercambiar números. A Tony le sorprendía la calidez de su compañía, lo grato que era. También le resultaba curioso que Peter se alejaba de sus parámetros, era diferente a las amistades de las que se venía rodeando. Sabía que Peter era muy joven, menor de edad incluso, pero nunca confirmó que tanto. Le llamaba la atención el conocer a alguien que ni bien estudiaba en una universidad, y a pesar de eso, no tener ningún problema en tratarle, de inclusive charlar por horas de múltiples temas sin llegar a aburrirse.
Peter era un caso especial. Quería conocerle mejor, incluirle poco a poco en su mundo. Sin embargo, no puede pasar por alto la mirada pomposa y desaprobatoria de su padre cuando lo invitó a su hogar y los presentó por primera vez. Tony sabía que era cuestión de tiempo para que Howard le diera el ultimátum de "establecer prioridades y no juntarte con gente que no es de tu mundo." A estas alturas de su vida, a sus diecinueve años y faltando un año exacto para poder graduarse de su carrera, ya Howard debería saber que no podía dominarle, en ningún aspecto. Bastante tuvo con llevarle a estudiar por años en un maldito internado, rezongó para sus adentros cuando los recuerdos comenzaron a visitarle. Pero a pesar de ello, logró tener nuevas experiencias y conocer a un par de amistades que pensaba conservar para siempre. Al menos, eso era lo único bueno por el que tantos malos y amargos ratos valieran la pena.
Ned Leeds, vecino de Parker y mejor amigo de éste, parecía un globo que poco a poco comenzara a desinflarse, ya que sólo pudo suspirar y mirarle de manera resignada. —Mire, Stark, posiblemente Peter siga en casa. —Ante esto, no reflejó su sorpresa en el rostro y alzó la ceja, instándole a continuar. —Peter… no ha venido a la escuela desde lo de su tío. Lleva dos semanas seguidas sin aparecer por aquí desde entonces.
¿Desde lo de su tío? Tenía el presentimiento de estarse perdiendo algo importante.
— ¿Qué pasó? —Graznó, cruzándose de brazos. Sólo pudo ganarse una mirada muy sorprendida en respuesta. La paciencia de Tony comenzaba a escasear. — ¡Habla ya!
— ¿Entonces es en serio que no lo sabe? ¡Si hasta apareció en los titulares y todo!
—Bueno, Leeds, tampoco es que me la pase leyendo los titulares a diario, tengo muchos asuntos por atender.
¿Qué mierda pasó? Eso es, finge indiferencia. Nadie tiene por qué saber que esto te está afectando, a saber la razón.
El moreno le lanzó una mirada ofendida, no creyendo su desplante de repentina arrogancia. Realmente no entendía como Peter podía disfrutar del trato con este tipo.
—Pues me parece muy raro entonces que Peter no se haya comunicado con usted. Su tío murió. —Escupió, sin preámbulos, con sus ojos a punto de humedecerse al recordar la imagen del noble y amable tío Parker, imaginando la devastación de su mejor amigo cada vez que lo recordaba. Ned fue completamente ignorante de cómo Tony dejó de respirar ante sus palabras. —Así que por esta vez, Stark déjelo en paz. Razones habrá tenido para no compartirle la noticia, y mal de su parte por no saberlo, cuando se la vive regodeando de conocer todo sobre la vida de todos. Con su permiso. —Con el rostro indignado, Ned volvió sobre sus pasos rodeando el camaro, y siguió su camino como si nada.
Tony ni siquiera se molestó en responderle, la noticia verdaderamente lo dejó anonadado.
Sin embargo, las últimas palabras de Leeds resonaron en su mente. ¿Por qué Peter no le había contado?
Un inexplicable sentimiento de traición comenzó a inundarle, aunque técnicamente era más extrañeza al respecto. Se estaba sintiendo ligeramente fuera de lugar, como pocas veces se había sentido en situaciones que involucraran el fin de la vida de una persona. Su cabeza poco a poco le daba vueltas ante el rumbo veloz de sus pensamientos, ¿cómo pasó? ¿Por qué no le informaron?, ¿por qué no se informó? ¿Por qué no lo supo antes? Y la más importante y la que más tenía importancia en el presente: ¿Qué podía hacer?
Sabía lo mucho que Peter adoraba a su tío. Había hablado varias veces de él en sus encuentros, cada vez que hablaron de los planes personales que tenían a futuro y de personas importantes que marcaron su vida, Ben Parker siempre figuraba allí, y Tony en ningún momento se había molestado ante esto, envidiando un poco como su amigo parecía llevarse de manera increíble con un pariente que desde un principio no fue su padre, pero que siempre le educó y se comportó como si lo hubiese sido.
Mientras que él…
Sacudió la cabeza, pasando una mano por sus cabellos y soltando un suspiro resignado. Si la montaña no bajaba, entonces él no tendría más remedio que subir a la montaña. Tenía que saber cómo estaba Peter, el chico le había apoyado tantas veces en el pasado que no quería en ningún momento que pensara que Tony no le importaba en absoluto, cuando en realidad no es así.
Con la decisión ya tomada en su mente, mandando al carajo todos sus planes originales y posando una mano en su puerta, detuvo su tren de pensamientos al escuchar el sonido de una moto acercándose en su dirección. Tony palpó en sus bolsillos su celular, olvidando por completo que no había desactivado el modo "reunión", y volteó para confirmar sus sospechas.
Con una sonrisa de suficiencia, el pelo castaño desgreñado y haciendo alarde de unas llamativas botas altas de cuero, el recién llegado caminó hacia él y enredó sus pulgares en la hebilla de su cinturón.
—Llegué tarde, por lo que veo.
— ¿Acaso sabías lo de Parker? —Acusó.
Con toda la fingida diplomacia del mundo que más de una vez le caracterizaba, James Buchanan Barnes alzó sus manos. —Técnicamente, no. Pero vengo de hablar con la amiga de una amiga, ya sabes cómo son estas cosas, y pues, palabras van y vienen. También ayudó a que Olson se atravesara en camino y puede que sin querer le sacara las palabras a golpes.
Tony le miró fijamente.
—Él empezó. —Barnes se vio en la necesidad de aclarar.
—Te sugeriría mantener un perfil bajo, pero se vería muy hipócrita de mi parte, ¿no? —Ambos se carcajearon alegre, dándose un par de palmadas amistosas en los hombros. Tony se sintió ligeramente mejor, al saber que uno de sus mejores amigos le respaldaba.
—Me imagino que no piensas quedarte cruzado de brazos, ¿no? Yo puedo distraer a Jarvis, pero sólo por unos minutos.
Tony asintió, solemne.
—Dile a Steve y a los demás que me esperen, llegaré tarde pero no tengo intenciones de cancelar nuestra salida.
James soltó el aire de manera dramática. —No creo que sea posible contactar a Steve, se mostró muy entusiasmado ayudando a corregir algunos trabajos que la Profesora Carter le asignó, así que a saber cuándo esté disponible.
Tony levantó un dedo acusatorio en su dirección. —Date a respetar, no permites perder la guerra, soldado.
— ¡Estúpido! —Exclamó, divertido, queriendo lanzarle algo y Stark sólo pudo sonreír en respuesta, montándose finalmente en su carro. Le hizo una seña de paz al castaño, dando a entender que de esa manera le llamaría por si pasaba algo.
Barnes, con una sonrisa abochornada en sus labios, asintió en respuesta, viendo como su amigo corría a toda velocidad, perdiéndose de vista.
Ambos chicos conocían de sobra el camino y el destino
que tenía en mente: Un particular edificio en Queens.