Es sobre Dos
Sinopsis: Un hombre que lo tiene todo pero aun así, siente que le falta algo especial. Un joven que apenas está empezando a sobrevivir en el mundo artístico, tratando de sobresalir más allá de lo comercial. Dos mitades de una misma alma, separadas por el paso el tiempo. Ésta es su historia. [RPF, Rom Howney]
Disclaimer: Todo lo comercial que se haga mención en esta historia, sencillamente no me pertenece. No gano nada escribiendo esto. Ni Robert ni Tom son míos, no puedo hablar por ellos, pero sí serán mías todas las historias que quiera escribir de ellos, porque todo puede ser ficción y yolo.
ADVERTENCIAS: Slash de Real People. Romance a fuego lento. Se recomienda paciencia y mucha discreción.
Cap 3 Empatía
Robert evitó rolar ojos cuando se vio abordado por los directores del casting una vez que el chico Holland terminara con su labor. Habían despachado al chico apenas éste terminara con las últimas pruebas, y mientras Robert había visto todo en vivo estando oculto en otra habitación, no fue capaz de borrar una sonrisa juguetona que tenía en su rostro.
Éste chico tiene agallas.
El chico tiene talento.
Había reconocido con asombro para sí, a medida que torcía sus labios mientras se sumía en sus recuerdos y pensamientos. Robert conocía de primera mano y sabía diferenciar entre lo que era el talento ganado a pulso, y el talento innato.
A fin de cuentas, no era en absoluto un novato en el mundo del entretenimiento, había estado frente a las cámaras desde que podía recordar. Era algo que sin pedirlo, había heredado gracias a su padre y familia. Recordaba sus momentos de soledad, de inseguridad, sus ganas de comerse al mundo y demostrarle a todo mundo quién era, salir de la reconocida sombra de su padre, aún si con esto se ganara diversas especulaciones cargadas de burla y rechazo frente a mucha gente. Y que siguieran hablando detrás de sus espaldas también.
Trabajar para la industria del reconocimiento era una putada. O bueno, en términos generales, trabajar para ellos era un arma de doble filo. Tenías fama, gloria, incluso poder… pero ¿bajo qué precio? ¿El costo? ¿Cuál era la trampa que se escondía, a cambio de cualquier favor, para librarte del apuro en el que te encontrabas?
Robert suspiró con sus ojos cerrados, recostándose en su silla mientras se frotaba el puente de la nariz con su mano. No, no, no, se había cerciorado bien que el chico legalmente estuviese apto para incursionarse en este nuevo mundo. No supo bien por qué, pero sentía la necesidad de compartir este tema con alguien y como último recurso, tuvo que hablarlo con su esposa mientras cenaban. Desde luego, tuvo que omitirle unos cuántos detalles: "están en vías de contratar a un nuevo compañero para el equipo de Marvel, pero no me siento a gusto con la decisión", le había confesado al borde un ataque de histeria.
¿Por qué?, le preguntó ella de manera inocente. Como si no supiera ya la respuesta. Que le llamaran loco, pero muy rara vez Robert se equivocaba con sus presentimientos. De tantas desgracias conocidas y ocultas en la vida, le parecía natural y necesario tener ese "instinto de supervivencia", aquél que le informaba cuándo debía acercarse y cuando retroceder o alejarse para asegurar su bienestar.
Es muy joven, quiso responder. Saboreando las palabras alrededor de su lengua, humedeciéndose los labios.
¿Cómo alguien tan talentoso podía ser tan joven?
Y nuevamente el interno cuestionamiento comenzó a ser parte de él, sin mucho esfuerzo y sin poderlo evitar. Trataba de recordar con insistencia que éste no debía de ser el fin de mundo, que Tom Holland no era (ni sería) el primer y último chico en trabajar para la industria del entretenimiento. Carajo, ¡si hasta él mismo había transitado todo ese recorrido!
Pero cada vez que evocaba su imagen, aquellos rulos salvajes, musical risa y expresiones adorables desfilaban por su mente.
Retrocedió su cabeza, impactado brevemente por el uso de palabras. ¿Adorable? Tacha eso, esa no era la manera en la que quiso expresarse. No, no, ¿cómo podía usar la palabra "adorable" para referirse a un colega? Nadie le estaba grabando ni sería algún truco publicitario para usarlo frente a la audiencia. Y de paso, sus hijos son los que serían adorables, en cualquier caso. Sus tres perfectos hijos y futuros herederos: su primogénito Indio Downey, gracias a su primera esposa, Deborah Falconer; y a sus otros dos pedacitos de cielo nacidos bajo su segundo matrimonio, Exton y Avri Roel.
Robert trató de serenarse, sabiendo muy en el fondo que no tenía caso. Comenzaba a creer que la edad de su posible compañero de reparto era la causante de todo, no le conseguía ninguna otra explicación. Quería que ese niño tuviera una grata experiencia en su carrera laboral, pero sencillamente sabía que no podía involucrarse mucho con él de la noche a la mañana. No debía. Si era lo que su corazón le dictaba, que ese niño necesitaría un poco de su ayuda para sobrevivir durante los primeros meses, pues lo haría. Pero tendría que jugar muy inteligentemente sus cartas para evitar rumores o malentendidos. ¿Qué otra cosa podía ser jodida en el mundo del espectáculo? Los paparazzi. Los malditos paparazzi que se transformaban en dementes cada vez que olfateaban una buena oportunidad para sabotearle la vida a alguien. Ya sea de manera temporal o permanente.
Y Robert estaba ya tan cansado y jodido de la vida, específicamente de aquella gente malintencionada, aquella gentuza que se veía más que dispuesta a hacer sufrir y manchar la reputación de otros, que si estaba en su dominio para evitar eso, para evitar todos los problemas y daños colaterales que no sólo le implicarían a él, sino también para las personas que le importaban, pues entonces no lo pensaría ni dos veces.
Y de lo poco que había tratado con el chico hace unos momentos (porque él era así, entre broma y broma la verdad podía asomarse y esa era de hecho, una de sus tácticas especiales), supo que al menos el chico era sincero en esa parte. Quería aspirar a más, como todo mundo. No podía culparlo de eso, simplemente se regía de una de las necesidades y prioridades básicas humanas, según una reconocida pirámide de estudio.
Pero no es americano…
Robert gruñó, frustrándose a medias. Era un detalle (casi) imperdonable de parte del estudio, aunque no era como si le estaba haciendo la cruz o algo. Sino que, como la mayoría de los estadounidenses, simplemente había crecido con la idea que el Hombre Araña era como cualquier otro habitante de su país, un ciudadano común como cualquiera de ellos. Con la característica especial de que tuviera poderes asombrosos y vaya, atributos de súper héroe. Sabía de sobra que los hermanos Russo querían aportar nuevas y arriesgadas maneras de acercarse más a la audiencia, de "desajustar" un poco el sistema en el que se habían sometido desde que empezó todo, por llamarlo de alguna manera.
Y que ellos mismos estuviesen de acuerdo con que la nacionalidad del actor que interpretaría al nuevo Peter Parker no era americana… pues vaya, daba para qué pensar.
Por supuesto, esto no indicaba que estuviese escéptico ante esto, ante el trabajo que Tom Holland pudiera interpretar. Ya que había visto las pruebas, joder, si hasta él mismo había visto hoy gran parte de su audición. Sólo que ahora ya no dudaba que el chico ahora no tuviera razones de peso para lograrlo, ni mucho menos quería que indicar que Robert estuviera cien por ciento en contra. Y siendo realista, posiblemente eso es lo que deberían de estarle explicando al chico en estos momentos, de todo el peso que conllevaba trabajar para este papel, para Marvel, para todos ellos.
Robert simplemente sabía que para ese tipo de decisiones, tenía que mantenerse lo más neutral posible. Sin mostrar más ánimo del necesario hacia los posibles candidatos, a menos que éstos fuesen una opción al cien segura para el equipo, de poder trabajar con ellos.
Rápidamente buscó su teléfono, bajando la lista de contactos hasta dar con la persona con la que necesitaba hablar para despejar rápidamente una duda. Le marcó, saludándole de manera cálida, ya que tenía muchos meses sin verla. En cuestión de minutos se pusieron al corriente, y Robert esperó el momento correcto para sacar el tema. Ella evidentemente se sorprendió, pero enseguida comenzó a expresar su opinión y Robert en base a sus palabras, logró llegar a una conclusión.
Apenas trancó la llamada, la puerta del estudio se abrió revelando a la mayoría de los directores y productores, (entre ellos, Joe y Anthony Russo), y Robert casi enseguida tuvo que esbozar una sonrisa forzada, sabiendo de antemano cuáles eran sus intenciones y palabras.
— ¿Y bien? —Le apremiaron. —Ya hemos entrevistado a todos los candidatos posibles. Volvimos a hacerle las pruebas, tal y como tú sugeriste. Pediste estar presente sin estarlo realmente y sólo tenemos una pregunta para ti.
Robert se incorporó, saludando con la cabeza a Favea, diciéndole con una mirada que después hablarían con urgencia.
—Adelante, disparen. —Robert permitió, sacudiéndose un poco su jersey.
—Tom Holland. El nuevo Spider-Man. ¿No crees que él sería el adecuado para interpretar el papel?
Robert se mordió el interior de la mejilla. Recordando cómo fue que había llegado hacia esta decisión, aquella que irónicamente determinaría el futuro de mucha gente, sin forzar en ningún momento la natural empatía que emanaba su mente y cuerpo, al imaginarse la cara que tendría el británico una vez supiera las noticias.
—Sí, él es.
Todos los demás presentes no pudieron contener su grito de júbilo y exclamaciones entre ellos al dar finalmente con uno de los futuros rostros dentro del universo cinematográfico que con mucho esfuerzo, ellos estaban tratando de construir.
Robert simplemente se unió a ellos, sin poder evitar algún indicio de celebración. Ya después le daría paso hacia aquél torrente de sensaciones y pensamientos que vislumbraba.
En su bolsillo, el celular había permanecido encendido con el nombre de aquella persona que recientemente había contactado.
Naomi Watts.
